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Israel Cabrera

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Nosotros, los mercados

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Nosotros los Mercados.

Los mercados no atacan, se defienden.

 

Sinopsis de Nosotros Los Mercados:

Daniel Lacalle, gestor de uno de los más importantes hedge funds y reconocido analista financiero, nos ofrece un fascinante viaje al interior del mundo de las altas finanzas, un entorno desconocido para la mayoría. Se trata de un sector que apenas entendemos, y al que a menudo, y de forma despectiva, nos referimos como «los mercados». Que entendamos qué son, cómo funcionan y por qué resultan imprescindibles es el objetivo de esta obra, la primera escrita por un autor español y desde dentro del propio sector.

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La madre de todas las batallas

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La madre de todas las batallas.

¿Quiénes serán los nuevos amos del mundo?

 

Sinopsis de La Madre de Todas las Batallas:

La madre de todas las batallas se desarrolla en el campo de la tecnología y de los recursos energéticos. Va intrínsecamente ligada a la búsqueda de energía limpia, abundante y asequible. Y dejará grandes vencedores y perdedores. El fi nal de esta partida de ajedrez llegará con la consecución de energía barata y a disposición de todos los consumidores. Estamos más cerca de lo que creemos de un nuevo régimen energético que dé a las naciones mayor igualdad de oportunidades para su riqueza y prosperidad. Más cerca de lo que pensamos de un nuevo orden mundial. El futuro depende del desenlace de esta batalla. La guerra continúa. ¿Quién ganará?

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Acabemos con el paro

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Acabemos con el Paro.

La fórmula del éxito no existe. La fórmula del fracaso, en cambio, sí: esperar a que el Estado te solucione la vida.

Sinopsis de Acabemos con el Paro:

A pesar de que el desempleo se ha reducido a niveles de septiembre de 2010 –tras llegar en 2013 a un pico del 27 por ciento– y que la OCDE estime que crearemos más empleo que los países de nuestro entorno, España sigue entre los países con mayor paro de la Unión Europea. El desempleo es, qué duda cabe, la mayor lacra social de nuestro país y sus consecuencias económicas, sociales, políticas e incluso psicológicas alcanzan unas dimensiones monstruosas.

En el presente ensayo, Daniel Lacalle reflexiona sobre las causas de nuestro paro endémico y propone las reformas que en materia política y económica deberían afrontarse para hacerle frente, tales como una revisión crítica y constructiva de las causas del desempleo y de las políticas públicas de fomento de empleo, la superación de la demonización del empresario y el miedo al riesgo, el nuevo papel de los sindicatos, el autoempleo como una de las vías con más futuro, el salto de las pymes a grandes empresas, el fomento de la exportación de calidad, el premio a la productividad y la meritocracia, y la búsqueda de la creación de valor añadido en lugar de las improductivas subvenciones.

Mientras nos quejamos de precariedad y derechos sociales, esperamos que la prosperidad y la independencia nos las dé un empleador, a ser posible público. No va a suceder, y así nos encaminamos a ser esclavos del entorno. ¡Hay que acabar con esta dinámica de resignación!

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Daniel Lacalle-Washington

Escape from the Central Bank Trap:

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Escape from the Central Bank Trap: How to Escape from the $20 Trillion Monetary Expansion Unharmed.

Central banks do not print growth. 

The financial crisis was much more than the result of an excess of risk. The same policies that created each subsequent bust are the ones that have been implemented in recent years. In Escape from the Central Bank Trap, Dr. Daniel Lacalle offers solutions for the threat of zero-interest rates and excessive liquidity.

He argues that the United States needs to take the first step, defending sound money and a balanced budget, recovering the middle-class by focusing on increasing disposable income. The rest will follow. Our future should not be low growth and high debt. Cheap money becomes very expensive in the long run.

Dr. Lacalle also analyzes the many fallacies associated with modern, activist, inflationist central banking and misguided economic policies more generally.

Los bancos centrales no protegerán de la próxima crisis

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Esta semana la prensa internacional se hacía eco de un análisis muy interesante de McKinsey Global Institute, analizando la masa de deuda acumulada globalmente.

Según dicho análisis, hemos superado los 200 billones de dólares.

¿Qué implica esto? La política de los bancos centrales de expandir la masa monetaria y bajar tipos de interés, la represión financiera, no ha reducido la deuda global, la ha aumentado en más de 60 billones desde 2008. La falsa idea transmitida por muchos medios de que los bancos centrales reducen el riesgo creado por los malvados mercados se disipa. El papel de bombero pirómano, que alimenta el fuego de la deuda para luego presentarse como el que lo va a apagar, claramente no funciona.

Ese mismo análisis llega a la conclusión de que el impacto sobre el crecimiento global ha sido un rotundo fracaso. Aumentar la deuda en 60 billones para un crecimiento de menos de 15 billones de dólares de PIB.

Y es que el camino inexorable hacia los tipos de interés reales negativos no es solamente una política centralizada y coordinada. Está forzada con calzador desde unas entidades, los bancos centrales, que han usado todas las herramientas a su disposición y que, ante los resultados más que pobres, lo único que son capaces de hacer es aumentar o extender las mismas políticas. No se critica una medida errónea, se multiplica. Más madera. Ya que bajar los tipos a cero no funciona, tipos reales negativos.

Cuando no funciona, se echa la culpa al sistema bancario. ¡No se prestan entre ellos! ¡El sistema está roto!… La culpa, vaya por Dios, no es del que baja los tipos a cero y hace infinanciable a la mayoría de sectores, ni el que esconde el verdadero coste del dinero manipulando su cantidad y precio… La culpa es del que no hace lo que la hoja de Excel del comité del politburó del banco central estimaba que iba a pasar.

Y es que el corazón del problema es de señales de precio.

No se corresponde un entorno de 0% de tipos de interés con una caída generalizada de la demanda de crédito y un nivel de inversión productiva real a mínimos de 1960. El planificador central echa la culpa a las empresas, malvadas que no se lanzan a invertir. El resto del mundo se fija en la realidad, no en la que nos quieren hacer tragar como una píldora gigante.

No se corresponde un aumento de la masa monetaria global superior al crecimiento del PIB nominal en casi tres puntos anuales con el desplome de la velocidad del dinero -la cantidad de veces que una unidad monetaria circula en el sistema, es decir la medida de la actividad económica-.

En definitiva, los bancos centrales a través de una política concertada de expansión nos quieren pintar un mundo que el resto, familias y empresas, simplemente no ven. Porque lo que saben las empresas es que la llamada a lanzarse al precipicio con los ojos cerrados “porque no hay inflación” y que “los bancos centrales apoyan” simplemente no ocurre.

La política de tipos de interés reales negativos es lo que dice la palabra, una política, una decisión consciente de solucionar un problema de excesivo endeudamiento con más liquidez e incentivos para endeudarse. Solucionar obesidad global con más donuts.

Y ¿qué ocurre si se genera una crisis? Al fin y al cabo no es ser agorero, en los últimos 100 años se han dado más de 145 crisis, coincidiendo precisamente con la época de mayor intervención por parte de los bancos centrales y los estados en aspectos monetarios. El que piense que los bancos centrales van a evitar la próxima, o no mira a la historia o simplemente es uno de esos ingenuos que echan la culpa de todo a “las empresas” o “los mercados” y piensa que se evitará un ‘shock’ repitiendo exactamente lo mismo que se lleva haciendo desde hace 70 años.

Imaginen que se presenta otra gran crisis, ¿qué van a hacer los alquimistas de los bancos centrales? Permítanme pensar. Oh, esperen. Ya lo tengo. Bajar tipos y aumentar la masa monetaria. Seguro que funciona. Ya veo a las empresas que no se han lanzado a gastar como locas con los tipos al 0% preparándose para invertir e invertir y no parar si bajan a -0,2%. Y a las familias, tirándose de cabeza a comprar porque lo diga un comité mientras les suben los impuestos. Seguro.

Publicado originariamente el 23 de Octubre de 2017 aquí

Cuidado con la política de la cigarra: el BCE debe parar

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“These excuses how they served me so well, they’ve kept me safe”, Alanis Morissette

Esta semana el Banco Central Europeo ha anunciado que mantendrá su programa de recompra de activos, a pesar de que la Unión Europea ni está en crisis, ni hay un shock recesivo. Estamos en la primera vez en la historia en la que los principales bancos centrales están llevando a cabo recompras superiores a $200.000 millones mensuales sin estar en un periodo de crisis.

Las cifras de crecimiento de la economía europea son buenas, y los índices manufactureros están en expansión. El PMI manufacturero europeo está en máximos de seis años, el crecimiento esperado para 2017 será de 1,7% y de 1,8% para 2018, el paro bajará a 9,4% y 8,9% en 2017 y 2018, y el crecimiento de inversión y crédito es cercano al 2,5%.

La inflación por decreto ha sido un fracaso, subiendo en energía y alimentos y pobre en subyacente, una consecuencia de la sobrecapacidad acumulada y la pobre productividad. Usted podría decir que es por la política del BCE, pero Europa y España ya estaban en expansión y recuperación antes de que comprara un solo bono. Europa lleva ya cinco años creciendo. Pero no es ese el debate. Asumamos, por un momento, que la política del BCE ha “funcionado” aunque haya 1,2 billones de liquidez excesiva y los bonos de alto riesgo a los tipos más bajos en treinta y cinco años.

Lo vea usted como lo vea, el BCE debe parar el gas de la risa monetario urgentemente por varias razones:

Se queda sin herramientas ante un cambio de ciclo. Con los tipos a cero, comprando en algunas emisiones hasta el 100% de la oferta, y con un crecimiento “europeo” donde la mayor parte del crédito concedido financia gasto corriente estatal e inversiones de baja productividad, en el momento en el que el ciclo económico cambie -y lo hace-, el banco central se encuentra sin sus únicas herramientas históricas.

Tras 600 bajadas de tipos y comprar decenas de miles de millones mensuales, entraría en un efecto boomerang que generaría mayor estancamiento, a la japonesa. El que piense que puede poner tipos negativos y aumentar mucho más la masa monetaria y cambiarlo todo simplemente delira. Lo que no ha funcionado de 5 a 0% no va a funcionar de 0 a -5%. La represión financiera no lleva a los agentes a tomar más riesgo e invertir, sino a ser más prudentes, lanzarse a activos líquidos y seguros porque se incentiva el exceso de endeudamiento y se perpetúan los desequilibrios.

El BCE ha superado con mucho a la Fed. El balance del BCE ya supera el 36% del PIB de la Eurozona y controla el 10% de los bonos corporativos, una “nacionalización” del mercado de deuda corporativa viva de casi un 1% mensual. En el caso de EEUU, menos de 10 puntos por debajo. Solo el Banco de Japón, y ya sabemos el nivel de deuda y estancamiento que tiene el país, supera al BCE. Y el riesgo de seguir la senda de Japón no es pequeño.

Hace más daño al sector financiero que beneficia a la economía real. El destrozo en los resultados de la banca de la política de tipos cero no tiene precedentes, y pone en peligro el proceso de saneamiento. Los préstamos de difícil cobro siguen por encima de 900.000 millones de euros, los márgenes operativos y las ratios de solvencia se han desplomado a los niveles más bajos en una década, y desde que se lanzó el programa -que algunos tienen la temeridad de decir que “beneficia a la banca”- hemos tenido tres shocks bancarios en la UE, en Portugal, Italia y hasta Alemania. El impacto en el agujero al sector financiero ni se compensa por la supuesta mejora económica (una pérdida de casi 90 puntos básicos en márgenes contra un ligero incremento de 15 en resultados del sector financiero, según Mediobanca). No es casualidad que la velocidad del dinero se desplome y, con ella, la capacidad de la economía de generar crecimiento sostenible de esa brutal liquidez.

No ayuda a Pymes ni familias. Mientras la capacidad de repago de la deuda de empresas no ha mejorado en ratios de caja ni de solvencia, se zombifica la economía refinanciando deuda de difícil cobro, y, con el exceso de liquidez, la rentabilidad exigida a los bonos de alto riesgo (bonos basura) está a mínimos de treinta y cinco años. Los Estados se han ahorrado más de 1 billón de euros en intereses de la deuda, es cierto, pero, oh sorpresa, se lo han gastado, y la capacidad de la mayoría de los gobiernos de la Unión Europea de soportar un aumento de solo un 1% en el coste de la deuda es extremadamente baja.

Eso hace que la presión fiscal no baje a pesar de la transferencia de riqueza de los ahorradores hacia los gobiernos, y -con ello- es extremadamente complejo para Pymes y familias percibir el más mínimo beneficio de la extrema liquidez. Solo un 1% de Pymes han buscado nuevo crédito, porque sus costes excluyendo los laborales han crecido casi diez puntos más que sus ingresos, y del raquítico 29% que pidieron un crédito, solo el 69% recibió la cantidad requerida. A pesar de la extrema liquidez y tipos bajos, la demanda de crédito solvente se mantiene muy pobre.

El enorme riesgo de burbuja en bonos y activos financieros simplemente no compensa los supuestos beneficios que pueda traer mantener el gas de la risa monetario. Si no entendemos que ese riesgo acumulado es la raíz de la próxima crisis, volveremos a repetir los errores de 2007… Y culpar al BCE por subir -oh, calamidad- los tipos de 1 a 1,5%… Una broma.

Ignorar los riesgos que la política monetaria genera en los mercados financieros es muy típico de los bancos centrales. Se piensa que se podrán mitigar, que son asumibles y que no son peligrosos. Y lo son. Lo serán. Acostumbrarse a tipos anormalmente bajos y liquidez excesiva para perpetuar desequilibrios es un enorme riesgo. No prepararse para el invierno es suicida. Cuidado con la política de la cigarra.

Publicado originariamente el 15 de Mayo de 2017 aquí

UE Google

La Unión Europea Vs. Google

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“I´ve gone back so far I´m in front of me” Paul McCartney

Como tantos de ustedes, esta semana nos hemos enterado de que existía Google Shopping.

La Unión Europea se inventaba un caso inexistente para imponer una multa injusta y desproporcionada que huele más a subterfugio impositivoque a defensa de la competencia.

¿Cómo se llega a acusar a Google Shopping de abuso de posición dominante?

Primero, inventándose el perímetro y definición de mercado. Cualquier consumidor se caerá al suelo de risa cuando lea que la Unión Europea decide que Amazon -ese sí que sabíamos que existía-, eBay, y las más de trescientas paginas de comparación de precios que se han creado desde 2005, no son “competencia”. Así, pasa de asumir una cuota de mercado alta y líder por calidad y decisión libre de los consumidores, a una “dominante”. Eliminando del análisis a su competencia.

Recordemos que los usuarios no usan Google por imposición -eso es más de la Unión Europea-, sino por decisión personal de los consumidores que consideran su servidor mejor, más eficiente y más fácil de usar que competidores tan poderosos como Yahoo, Bing, etc.

No olvidemos que Google Shopping, si diese un servicio de mala calidad o injusto en su posicionamiento de productos, desaparecería en un santiamén ante la competencia de otros buscadores similares. Si hiciese esa tontería los competidores se lo “merendaban” en días. Porque sería atacar a su modelo de negocio. La tecnología elimina las barreras de entrada, y solo eres líder si los consumidores lo aceptan, si no, desapareces.

 

La tecnología elimina las barreras de entrada, y solo eres líder si los consumidores lo aceptan, si no, desapareces.

 

Lo bueno de la tecnología disruptiva y la democratización de la experiencia compradora que supone internet es que, casi en tiempo real, beneficia a consumidores y pymes. El poder es de los consumidores, y eso es lo que molesta.

Google Shopping no quita cuota de mercado a los anuncios de texto (text ads) por posición dominante, sino porque es un mejor sistema, visualmente más atractivo y una mejor experiencia para consumidores y empresas.

La multa a Google muestra un enorme error a la hora de entender el comercio online, y no entiende cómo busca el consumidor. Incluso si se tuviese el incentivo perverso de “manipular”, el comprador dejaría de usar ese servicio.

Google Shopping no muestra productos por su preferencia ni obliga a exclusividad. Beneficia a pymes y consumidores.

Los crecimientos que muestra la Unión Europea no son por abuso de posición dominante, sino por mejora de calidad. Como bien explica Search Engine Land, crecer ventas igual que la competencia no es tener dominio, es que el mercado está cambiando. Si las empresas invierten más dinero en Google Shopping es porque la ratio de conversión de click a venta es más alto. Si los consumidores usan más Google Shopping es porque les ofrece mejores productos, más baratos y más fáciles de encontrar. Nada más y nada menos.

Se plantea si hay daño para el consumidor, derivado de no tener acceso a otros sitios de comparación de precio, por un supuesto abuso de posición dominante. Los denunciantes del caso dicen que sí existe ese daño y lo justifican con el declive de las visitas a sus sitios de comparaciones de precio que, entienden, es debido a que Google prima a Google Shopping y que esta práctica, castiga a los consumidores, al limitar sus opciones. Pero lo cierto es que la Comisión no ha tenido en cuenta en este análisis qué efecto tienen otros sitios como Amazon y eBay y entiende que ese descenso en las visitas es problema de Google Shopping, cuando los datos demuestran lo contrario. Hasta que llegó el dominio local de Amazon, las visitas a estos sitios desde Google fueron creciendo de manera constante, como dice la nota explicativa. Por el contrario, cuando Amazon aparece, comienza el declive. Competencia.

Se podría decir que el poco éxito de los denunciantes en su proceso innovador es el culpable de su descenso de ventas. Si no, habrían aumentado en Amazon, eBay, Idealo o cualquiera de los 300 otros comparadores, ya que no existe exclusividad ni obligación de usar Google Shopping.

 

La “multa” es un impuesto encubierto ante la imposibilidad de atacar fiscalmente a los gigantes norteamericanos.

 

Y ¿más de 2.000 millones de euros? Claramente, la “multa” es un impuesto encubierto ante la imposibilidad de atacar fiscalmente a los gigantes norteamericanos. La “multa” de la Unión Europea no es solo desproporcionada se vea como se vea, es que surgen muchas dudas sobre la motivación y el cálculo de la misma. A los conglomerados europeos les pone una multa de poco más de cien millones, a los norteamericanos de un billón, o, como en este caso, el doble.

Como muestra Jeff Jarvis, la Unión Europea se erige como defensora no de la competencia, sino del intervencionismo, “salvándonos” de Microsoft cuando ya estaba perdiendo cuota contra Apple, y “salvándonos” de nuestro poder como consumidores, como si fuéramos niños. La ignorancia sobre cómo se compra online es casi hilarante. Cualquier comprador decide, comparando diferentes alternativas, no solo de producto, sino de buscador.

Es curioso que a la Unión Europea le importen tanto los consumidores y la competencia que la multa se la quedará ella y esos consumidores y competencia no solo no verán un euro, sino que pagarán más por acceder a un mercado menos competitivo.

Lo que esconde esta multa, y las que vendrán, es el terror que la Unión Europea tiene a las tecnologías disruptivas y los gigantes norteamericanos. Esa Unión Europea que se encuentra muy cómoda subvencionando sus conglomerados y campeones-nacionales-dinosaurio y que no se pregunta por qué no se crean grandes Googles o Amazons en Europa.

Imaginen este caso. Walmart es el mayor empleador privado de EEUU, uno de los mayores contribuyentes fiscales estatales y nacionales, propietaria de miles de metros cuadrados de tiendas, y Amazon -sin tiendas- su némesis disruptiva. Si Walmart y Amazon fueran europeos, los gobiernos, reguladores y legisladores habrían hecho lo imposible por entorpecer el crecimiento de Amazon (no digan que no, que lo vivimos cada día en hostelería, transporte y comercio) porque “hay que mantener el empleo”. ¿Qué se consigue? Ni se mantiene el empleo ni se lidera el cambio tecnológico. Amazon ha sido un revulsivo en EEUU para que Walmart se pusiera las pilas, mejorara sus procesos y eficiencia, y salieran, ambos, líderes. La Unión Europea y muchos de sus estados ponen todas las trabas posibles a las miles de empresas tecnológicas para sostener a sus seguridades sociales encubiertas, esos conglomerados semi-estatales o privados mal llamados “campeones nacionales”.

Con ello solo consigue perder el tren de la tecnología, la innovación, el cambio de patrón de crecimiento, y la mejora de salarios y empleo.

Decía Ronald Reagan que “la visión del Gobierno sobre la economía se podría resumir en unas pocas frases cortas: si se mueve, ponle impuestos; si se sigue moviendo, regúlalo. Y si deja de moverse, subsídialo”. Era un chiste, pero lo estamos cumpliendo paso a paso.

Publicado originariamente el 2 de Julio de 2017 aquí