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Israel Cabrera

Ponga Tecnologías en su vida

By | Tecnología | No Comments

“Buy it, use it, break it, fix it, trash it, change it, mail-upgrade it” Daft Punk

La posición de la Unión Europea (Bruselas) y parte de los comentaristas económicos sobre las empresas tecnológicas no nos debe sorprender, pero es totalmente equivocada. La visión cortoplacista, orientada desde un punto de vista fiscal erróneo, nos esconde un problema mayor. Europa ha perdido la carrera de la tecnología y de la innovación, y no va a recuperar posiciones desde la represión fiscal.

Usando subterfugios, se intenta

– Los impuestos no se pagan al 100% donde se vende, sino donde se genera el valor añadido. La propia Unión Europea dictamina que, cuando se produzca una venta a través de comercio electrónico, el IVA de ese producto estará sujeto al tipo impositivo fijado en el país de residencia de la empresa, no del usuario que hace la compra. Lo mismo ocurre con la declaración del propio IVA. Es curioso, porque la Unión Europea defiende a capa y espada esta política –por otro lado, completamente lógica- para sus multinacionales y conglomerados industriales en sus inversiones en mercados emergentes y, sin embargo, las ataca para las empresas tecnológicas.

A la hora de mirar la contribución fiscal de las multinacionales, usar una visión localista desvirtúa el beneficio mundial. Por ejemplo, Google pagó más del 18% de impuesto de sociedades en 2016, casi 4.000 millones de euros, el 80% en USA, donde tiene la sede la compañía y donde genera la mayoría del valor añadido, tecnología y sistemas. Sin embargo, genera en el exterior casi un 38% de su empleo total, invirtiendo en start-ups y negocios establecidos hasta un 40% del total, lo cual genera un efecto multiplicador en toda la economía.

Pero, sobre todo, muestra el fracaso del modelo europeo que ha subvencionado y perpetuado sus conglomerados industriales poniendo barreras a creación, innovación y crecimiento del sector tecnológico, y ahora se encuentra con que no solo no tiene líderes en la carrera tecnológica, sino que además no “protege” sus puestos de trabajo ni sus ingresos fiscales.

– Se olvida el importantísimo impacto positivo en empleo, calidad del mismo, impuestos indirectos y cambio del patrón de crecimiento que suponen estas empresas, para centrarse en la titularidad. ¿Por qué? Porque son norteamericanas. Si fueran francesas, alemanas o de sectores rentistas, estarían recibiendo decenas de miles de millones en subvenciones.

No es una sorpresa que, según el ranking de Linkedin, las empresas más deseadas para trabajar sean Google, Salesforce, Facebook, Apple y Amazon. Google es un claro ejemplo, cuyos más de 60.000 empleados cuentan precisamente con el empleo de calidad y remunerado (más de un 30% que la media de sus empleos similares en los países donde opera) que algunos esperan, en vano, que se consiga vía subvenciones a sindicatos.

La Unión Europea gasta más de un 1% de su PIB en “políticas de empleo estatales” que incluyen enormes gastos estatales e ingentes subvenciones a sectores obsoletos, adicionalmente genera miles de páginas de regulación para “proteger” a sus campeones nacionales que, encima, también son acusados de pagar pocos impuestos porque van de adquisición ruinosa en adquisición ruinosa y pérdida porque me toca. Mientras en la OCDE la media de gasto en políticas activas de empleo no alcanzaba el 0,6% del PIB, en EEUU no llegaba al 0,15%, en España era del 0,9% en 2011 y en otros países como Francia superaba el 1,5% del producto interior bruto. ¿Y si gastásemos menos en esas políticas que han demostrado ser ineficientes y facilitásemos la implantación y creación de nuevos líderes tecnológicos?

– Muchos análisis olvidan el impacto de determinados servicios que son gratuitos para los usuarios y se financian con publicidad. Por ejemplo, un buscador. O Google Maps. Un estudio de Hal Varian cuantifica un impacto de 800.000 millones de dólares por parte del buscador sólo en ahorro de tiempos, eficiencias, posibilidad de comparar productos por el consumidor y elegir el más barato, incluso el impacto de servicios publicitarios.

No solo deberíamos plantearnos por qué ponemos barreras a empresas que emplean mejor y con mayores prestaciones, sino analizar de manera muy seria por qué se perpetúa el error de “proteger” a los mal llamados campeones nacionales. Primero, porque no lo necesitan, tienen su nicho bien merecido, pero son negocios maduros y, por definición, cautelosos con respecto al cambio. Segundo, porque estamos viviendo los frutos de “echar” al capital inversor que apoya un mejor patrón de crecimiento. La Unión Europea debería preguntarse por qué Skype se creó en Estonia y no en Bruselas.

Además, olvidamos el efecto multiplicador en la economía no tecnológica. Un estudio de ITSOS muestra que las pymes crecen y crean empleo hasta el triple que las que no usan esos servicios digitales que, además, son gratuitos para el usuario.

Si de verdad nos planteáramos el tema fiscal, de empleo y crecimiento de manera seria, apoyaríamos que las grandes tecnológicas creciesen mucho más en nuestros países porque el efecto impositivo en IRPF y Sociedades es mucho mayor. El efecto multiplicador es muy evidente en Irlanda. El país, con una política fiscal atractiva, ha cercenado su déficit en 12 puntos hasta eliminarlo, y el desempleo se ha reducido a un 6,6% con el paro juvenil en un 15%, el más bajo desde 2008. Todo ello sin perder servicios públicos. Pero, claro, el problema es que “las tecnológicas no pagan impuestos”. ¿No será el problema que sostener dinosaurios no sirve para nada?

La Unión Europea tiene ante sí un reto muy importante, que es el de convertirse en el motor del cambio y de progreso que merece ser. Porque el avance de la democratización de la tecnología y de los nuevos patrones de crecimiento es imparable.

Mirar a las multinacionales desde una perspectiva miope, solo nos lleva a perder. Si tenemos en cuenta el inmenso mercado que es Europa y el enorme potencial de su influencia en el mundo, deberíamos pensar más en parecernos a EEUU y menos en copiar a Japón. ¿Se acuerdan de sus “keiretsu” tecnológicos que iban a arrasar el mundo en los 90? Yo tampoco.

En Europa necesitamos más FANG (Facebook, Amazon, Netflix y Google) y menos fango.

Publicado originariamente el 24 de Enero de 2017 aquí

Daniel Lacalle-Washington

Escape from the Central Bank Trap:

By | Eventos | No Comments

Escape from the Central Bank Trap: How to Escape from the $20 Trillion Monetary Expansion Unharmed.

Central banks do not print growth. 

The financial crisis was much more than the result of an excess of risk. The same policies that created each subsequent bust are the ones that have been implemented in recent years. In Escape from the Central Bank Trap, Dr. Daniel Lacalle offers solutions for the threat of zero-interest rates and excessive liquidity.

He argues that the United States needs to take the first step, defending sound money and a balanced budget, recovering the middle-class by focusing on increasing disposable income. The rest will follow. Our future should not be low growth and high debt. Cheap money becomes very expensive in the long run.

Dr. Lacalle also analyzes the many fallacies associated with modern, activist, inflationist central banking and misguided economic policies more generally.

transición energética

Transición Energética

By | Energia | No Comments

“Put your circuits in the sea, this is what the world is for, making electricity”, MGMT.

Europa tiene que cambiar de modelo energético. No puede ser que en el debate sobre algo tan importante como la energía se ignore constantemente la competitividad y el enorme coste que suponen las políticas erróneas. En algún momento, deberemos reflexionar.

Algunos datos importantes que nos deben preocupar cuando pensamos en mantener industria y crear empleo:

En la Unión Europea, las pymes pagan entre un 20% más por la electricidad que en China y un 65% más que en la India. Entre 2005 y 2012 los precios de la electricidad en Europa subieron un 38%, mientras en Estados Unidos bajaban un 4%. Si vamos al gas natural, en Europa subieron un 35%, mientras en EEUU bajaban un 66%. Pero lo más grave es que esa tendencia se ha acentuado en los últimos años.

La política “verde” de Alemania ha duplicado la factura de las familias mientras el precio de generación mayorista caía, y encima en 2017 utilizan un 52% del mix eléctrico y un 88% del consumo de energía primario de energías fósiles. La “refoma energética alemana” ha costado ya más de 243 mil millones de euros entre impuestos y “recargos renovables” desde 2000, y las emisiones de gases de efecto invernadero no han variado prácticamente nada desde 2009.

En España, el presidente Rajoy ha empezado unas sesiones sobre Transición Energética y Cambio Climático, con participación de la Administración y de todos los agentes en las que un elemento esencial debe ser la competitividad.

Recordemos que hasta un 33% de los costes totales de las empresas españolas llegan a acumularse en la factura eléctrica (lean “bajemos el precio de la luz”), que se ha disparado en los últimos años por el impacto de subvenciones, costes fijos e impuestos.

 

Es muy sencillo, o buscamos la competitividad además del apoyo medioambiental o el efecto en el empleo y la deslocalización de empresas será exponencial.

 

La Unión Europea no puede ser menos del 10% de las emisiones de CO2 pero a la vez el 100% del coste. China, con el 30%, es el mayor contaminante y la solución es bien sencilla y compleja a la vez. No hacen falta cumbres del clima en localizaciones exóticas y hoteles de lujo. Las mayores empresas carboneras de China –y globales– son estatales y la inmensa mayoría en el mundo están subvencionadas (en España, nuestra izquierda súper-verde también defiende mantener las subvenciones al carbón). Es una decisión política.

Por ello, debemos tener en cuenta que el sector de la energía es clave en la descarbonización, pero no se va a conseguir desde los incentivos perversos y los costes acumulados que penalizan al eficiente a favor del ineficiente, subvencionan al caro y gravan al competitivo, y siempre se escuda en “el año que viene vamos a ser competitivos”. Se lanzan a decir lo baratas que son algunas tecnologías y luego dejan las subastas casi desiertas por falta de subvenciones.

Para descarbonizar la mejor herramienta tecnológica es la energía renovable. Pero las renovables son intermitentes (viento y sol funcionan a tiempo parcial) mientras que el consumo es continuo. Adicionalmente, la tecnología que hoy nos parece el futuro cambia a velocidades espectaculares. El que piense que en diez años los paneles y aerogeneradores van a ser como los de ahora, lo lleva claro.

 

Para descarbonizar, la mejor herramienta tecnológica es la energía renovable. Pero existe el riesgo de gastar demasiado en una apuesta por un futuro “anticuado”.

 

A esos retos se añade el riesgo de gastar demasiado en apostar por un futuro demasiado “anticuado” (llenar el parque de tecnologías en desarrollo es como apostar por el Betamax o el VHS cuando en pocos años desaparece el vídeo). Los sistemas eléctricos, en esa transición, necesitan medios de producción firmes y muy flexibles para dar respaldo a la caprichosa meteorología.

Estos medios de respaldo, hoy, son las centrales de ciclo combinado, que por su misión operan durante pocas, pero imprescindibles, horas. Mientras pensamos en baterías que todavía no son una realidad o soluciones realmente competitivas y viables, hay que utilizar lo que funciona y cumple la función de garantizar el suministro y hacerlo de manera económicamente viable.

Las centrales menos emisoras de CO2, además, son las nucleares, y debido a la elevada carga fiscal están en pérdidas. Las centrales de respaldo con las menores emisiones son las de ciclo combinado con gas y, de nuevo, registran pérdidas por muy poco funcionamiento.

A la vez que ocurre esto, el sistema es caro y además hay sobrecapacidad. ¿No es sorprendente? La respuesta está en una enorme carga de subvenciones, costes fijos y regulados y, además, un sistema que no responde en todo momento a la demanda por ser más volátil. Una gran parte de las energías verdes se venden todo lo que producen, por ley, fuera de mercado, y además están primadas (y luego se quejan de que hay poco mercado), y las que compiten en el mercado mayorista ven ese efecto de desinflación de precios ante el aumento de capacidad pero restricción de la demanda a la que atienden.

CADA PAÍS, SU SOLUCIÓN

Mientras, desde Bruselas se emite el llamado Clean Energy Package, cada país adopta sus propias soluciones:

Bélgica, Suecia y Suiza apuestan por la vida extendida de sus nucleares.

Alemania cierra sus nucleares y ve cómo la factura de la luz se multiplica para sus consumidores residenciales.

Francia busca cerrar sus centrales de carbón en 2023, mientras mantiene su enorme parque nuclear estatal.

Todos apuestan por las renovables, pero no responden al problema del coste.

Ahora que algunas tecnologías renovables son competitivas, la apuesta no puede venir desde el dirigismo, los mercados de restricciones, las subvenciones y los parches regulatorios. Debe venir, como en EEUU desde deducciones fiscales que se eliminan progresivamente, y competir en un mercado abierto, con contratos bilaterales transparentes.

España tiene que encontrar su camino energético con un objetivo esencial. Que baje el precio de la luz ya, no con promesas de competitividades futuras, sino con realidades.

Podemos fomentar la competitividad, abaratando la factura y avanzar en energías limpias, como la renovable, la hidráulica y la nuclear. Como los nórdicos, a los que mencionamos para lo que interesa a los intervencionistas, pero olvidamos que es mayoritariamente hidráulica y nuclear (no sorprende que Nordpool sea uno de los mercados eléctricos más competitivos) y con ciclos combinados de respaldo.

Para poder atender a la demanda de manera adecuada, sin cargar el sistema de costes fijos, tendremos que contar con un combustible fósil que es el más respetuoso con el medio ambiente. El gas natural.

No olvidemos la importancia de la competitividad. Las estimaciones de beneficios de la economía verde han demostrado ser muy cuestionadas en Alemania, donde la creación de empleo neta en el sector ha sido negativa, las quiebras se han dado a pesar de enormes subvenciones y los costes se han disparado sin reducir de manera relevante las emisiones.

Todos debemos aprender de nuestros errores, para solucionarlos. Desde una política que, ahora que presumen de un entorno de competitividad entre las nuevas tecnologías, evite las limitaciones de mercado, los incentivos perversos, los costes fijos acumulados, apoye la eficiencia y baje los costes reales. Aprendamos de los errores cometidos, solucionémoslos, y –por una vez– pensemos en los consumidores y las empresas. 

Publicado originariamente el 4 de Junio de 2017 aquí

Viaje a la libertad económica

By | Libros | No Comments

Viaje a la Libertad Económica.

Los sistemas intervencionistas siempre piensan en los pobres. Por eso crean millones de ellos cada año.

Sinopsis de Viaje a la libertad económica:

El prestigioso economista Daniel Lacalle nos propone en este ensayo un apasionante viaje alrededor de las principales ideologías que en materia económica y social pergeñan el mundo en el que vivimos. En dicho periplo no sólo conoceremos el propio recorrido ideológico del autor -en el que transitó, tras leer y conocer en persona a sus principales ideólogos, del colectivismo al liberalismo austríaco, plaza en la que izó la bandera de la libertad y la responsabilidad individual-, sino que entenderemos cómo han evolucionado hasta nuestros días las grandes corrientes de pensamiento tales como el colectivismo, el monetarismo o el liberalismo. Asimismo, entenderemos por qué, en los últimos tiempos de crisis económica, política y social, las distintas ideologías se han convertido en argumentos arrojadizos de tantos y tan reconocidos economistas -pues la ideología está siempre presente y emana ineludiblemente en sus planteamientos-, y por qué, a menudo también, dichas ideologías se han erigido en planes de ruta inamovibles al servicio de los más significativos políticos y gobernantes.

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Nosotros, los mercados

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Nosotros los Mercados.

Los mercados no atacan, se defienden.

 

Sinopsis de Nosotros Los Mercados:

Daniel Lacalle, gestor de uno de los más importantes hedge funds y reconocido analista financiero, nos ofrece un fascinante viaje al interior del mundo de las altas finanzas, un entorno desconocido para la mayoría. Se trata de un sector que apenas entendemos, y al que a menudo, y de forma despectiva, nos referimos como «los mercados». Que entendamos qué son, cómo funcionan y por qué resultan imprescindibles es el objetivo de esta obra, la primera escrita por un autor español y desde dentro del propio sector.

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